
Actualizado el viernes, 30 junio, 2023
La Crucifixión frente a la Cena
El Convento de Santa María de la Gracia en Milán no solo alberga la célebre obra de Leonardo Da Vinci. También se puede contemplar una de las mejores obras del milanés Giovanni Donato da Montorfano, justo frente a la mítica Cena. Esta obra es la «hermana pobre», ya que su presencia queda ensombrecida por el fulgor y popularidad del mural de Leonardo.
Aunque lógico, el visitante al cenáculo debería emplear unos minutos en disfrutar de esta soberbia interpretación de la crucifixión de Cristo, llena de matices y personajes bíblicos asociados con uno de los momentos culminantes del Calvario. Comentamos algunos detalles para el visitante.
La pintura de la Crucifixión sigue el estilo gótico tardío característico de la época. Montorfano utilizó colores vibrantes y detalles expresivos para representar la dramática escena de la crucifixión.
Sobre la obra
La Crocifissione data del 1495 y se enmarca bajo las lunetas de la pared sur del refectorio del convento dominico, justo en frente de La Última Cena. Esta circunstancia ha hecho que resulte prácticamente desconocida para el gran público, eclipsada por el mural del florentino.
En las breves visitas que se pueden realizar a la sala, los visitantes giran inmediatamente a la derecha tras cruzar la puerta de acceso, conmovidos por el Cenacolo Vinciano y solo reparan en este fresco de grandes dimensiones cuando llega el momento de abandonar la estancia. No obstante, es aconsejable dedicarle unos minutos, pues no en vano este pintor renacentista fue el más destacado de una familia de artistas y La Crucifixión su obra cumbre. Él mismo sintió orgullo al ver su trabajo terminado y, como puede observarse en la parte inferior de la pintura, bajo los pies de la Magdalena, dejo constancia de su autoría.
La escena
La escena representa el Calvario de Jesús de Nazaret, figura central y situada a un nivel superior, rodeado de cuatro ángeles. A sus laterales se encuentran Dimas y Gestas, más conocidos como el Buen Ladrón y el Mal Ladrón. Éstos, a diferencia de aquél, se encuentran atados con cuerdas a la cruz y no crucificados. Su identificación es sencilla porque generalmente el Buen Ladrón está colocado a la derecha de Cristo, mirándole de frente y con un semblante tranquilo; en cambio, el Mal Ladrón está a su izquierda, mirando hacia abajo y con gesto de sufrimiento. Además, en la cabecera del primero aparece un ángel que aguarda su muerte para llevar su alma a los cielos, ya que se ha arrepentido de sus pecados y ha sido perdonado, mientras que en la del segundo asoma un demonio de piel oscura que lo llevará consigo al infierno.
A los pies de Jesucristo llama la atención la figura desolada de María Magdalena. Aparece a la altura de los ojos del visitante, llorando horrorizada y abrazada al madero. Tradicionalmente es representada con el pelo largo y suelto (a diferencia de las restantes mujeres de la escena cuyas cabezas están cubiertas), manto rojo y con la calavera, símbolo de humildad y penitencia.
A la derecha de Jesucristo aparece la Virgen María ataviada con un manto azul y acompañada de un grupo de mujeres. Son las Santas Mujeres o las Tres Marías, habitualmente representadas de forma secundaria en la iconografía cristiana y cuyas identidades exactas son discutidas. A su izquierda, nos mira con tristeza una silueta solitaria que intuyo es el Apóstol San Juan. Me llamó la atención su atuendo debido a que siempre le he visto vestido de verde y rojo, pero su rostro joven y el hecho de que fue quien acompañó a la Virgen y a María Magdalena a los pies durante el Calvario, me llevan a esa conclusión.
Los personajes se encuentran formando pequeños grupos de forma prácticamente simétrica, con la salvedad de San Juan, María Magdalena y dos frailes dominicos que oran arrodillados frente a la cruz. Asimismo, en ambos extremos aparecen santos y santas pertenecientes a la orden dominica, pues no debemos olvidar donde se encuentra ubicado el fresco. Ya en un segundo plano una muchedumbre de soldados y hombres a caballo, pintados con gran detalle, les rodean sobre un fondo en el que se atisba la ciudad. Sorprendente su intenso colorido.
Milán es una de esas ciudades que es más de lo que parece y ésta una de las joyas que esconde. Además estamos ante una gran oportunidad para conocer la pintura lombarda del siglo XV que no deberíamos desaprovechar. Disfrútenlas.
¿Te gustó este artículo?
Valóralo
Nota media 4.5 / 5. Votos recibidos: 19